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La adolescencia es un periodo en el que se busca experimentar con todo tipo de estimulantes o sustancias, entre ellas el alcohol. Pero también es un momento en el que el organismo está en pleno desarrollo, de modo que los efectos de la exploración pueden ser muy graves y tener consecuencias a largo plazo.
La última prueba de ello viene firmada por un equipo de investigación de la Universidad de Memphis, en EEUU. En un estudio en ratas, los científicos han observado que beber grandes cantidades de etanol de forma intermitente —el modo de consumo típico del famoso botellón —produce alteraciones en diversas funciones biológicas que tienen implicaciones en la edad adulta y provoca tolerancia.
Los resultados de un estudio de la Universidad de Sussex ,en el Reino Unido, son una llamada de atención para los alcohólicos que han hecho varios intentos de desintoxicación y también para sus médicos. El trabajo publicado en 'Alcoholism: Clinical & Experimental Research' demuestra que haber seguido múltiples programas de deshabituación provoca alteraciones en una importante región del cerebro involucrada en la consecución de objetivos y en aquellas tareas intelectuales que requieren atención.
Además, los autores subrayan que este efecto no sólo se observa en los alcohólicos más graves, sino también en aquellos que tienen una adicción leve o moderada. «Estos individuos pueden ser más difíciles de tratar y necesitarán ayuda extra para prevenir las recaídas», asegura Theodora Duka, autora principal.
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